viernes, 5 de noviembre de 2010

Isla Plana (Mazarrón), 31/11/2010

Después de acercarme a Calblanque donde a las 10 de la hora nueva ya el viento se había escapado y con la moral un poco baja después de ver las fotos de Félix y no haber llegado antes, casi tomando nuevo rumbo a Murcia, una llamada al Rubio me confirma que en Mazarrón se ha metido el poniente. Cambio de sentido y rumbo a Isla Plana por la carretera de Canteras. Bajando el puerto descubro una visión espectacular de la bahía de Mazarrón, con un color de agua azul turquesa que hace que una sonrisa ilumine mi semblante y una palpitación acelerada aumente el ritmo cardíaco. 

jueves, 4 de noviembre de 2010

El Rosita (30/10/2010)

Desde el 3 de octubre no me pegaba un baño y si hablara de un buen baño, pues entonces, desde el 20 de julio. Y ya me estaba planteando yo tomar las de Villadiego o ampliar el radio de acción en busca de viento y olas que aplacasen mi contrariado estado anímico, pero una previsión notable para el puente de todos los santos, detuvo la búsqueda y así he tenido unos cuantos días de poniente –suroeste, oeste y noroeste- que a mí, se me antojan insuficientes.
A un windsurfista se le nota cuánto tiempo hace que no navega por su estado físico y psicológico. En el primero de los estados, los hombros se arquean hacia atrás - provocando el acortamiento de los brazos-, las piernas se juntan y estiran y el ceño se frunce ante todo, cuando alguien pregunta “¡Qué!, ¿hace cuánto que no te mojas?”.
En el segundo de los estados, el psicológico, el ánimo puede evolucionar desde una pequeña tristeza al echar simplemente de menos los buenos ratos en el agua, hasta una depresión al tener conciencia de no bajar una ola y encarar su pared, para darle al labio, desde hace uno o varios meses; lo que nos lleva a momentos de falta de confianza, de motivación o buen rollito en nuestro día a día. Todo ello nos ocurre cuando los recuerdos de las últimas sesiones empiezan a borrarse y entonces comenzamos a comportarnos de manera más racional, menos intuitiva y visceral, hasta sentirnos malhumorados por cuestiones triviales.
Ahora bien, si hemos navegado recientemente, los hombros y brazos se mantienen estirados y hacia adelante, en inequívoca postura de bottom; las piernas se colocan abiertas y semiflexionadas, con uno de los pies apuntando a las 2 ó a las 10, como cuando los tenemos en los footstraps. Y nuestros ojos están brillantes y el rostro refleja sensación de incontenida felicidad, como cuando echas un buen polvo, de esos de correrse los dos a la vez.
El sábado me fui a Almería y navegué después de casi un mes. 
El domingo también navegué en Mazarrón.
Y tengo los estigmas físicos, pero no estoy de buen rollito...