martes, 9 de marzo de 2010

Noreste. Calblanque extremo (06/03/2010)

En octubre de 2008 me marqué un madrugón para navegar en La Llana. Terminó en fiasco, pero al final del post, ya adelantaba que habría otra vez:



“Hasta la próxima, porque habrá más próximas, por que los zagalicos no aprendemos, ¿para qué? Quizás mañana o al otro, me cuadren las condiciones y triunfe...”
El pasado viernes 5 de marzo, estaba haciendo los contactos telefónicos pertinentes para planificar un sábado que se presentaba con potencial de viento en Calblanque hasta media mañana pero con la alternativa de irme a Genoveses, donde la previsión daba “rasca” a troche y moche durante todo el día. El mapa de evolución del “windfinder” era implacable también: Un óvalo de color naranja desplazándose desde primera hora de la mañana hacia nuestra vecina Almería y dejando a Murcia de buena mañana, compuesta y sin novia. ¿Sin novia?.A Calblanque le salieron novias.


Jaime me dijo que querían ir temprano.
-“¿Para desayunar?, le pregunto.


-“No, más temprano… para el amanecer! "-me responde-
Un mensaje nocturno me deja claro que pretenden salir a las 7 de la mañana de Murcia. A las 6.45 yo estoy saliendo de casa y ya sé que Jaime está despierto y en marcha, con buen humor.


No son las 8 todavía y llego a Calblanque. Veo tres furgonetas que han pasado la noche en el centro de visitantes del parque regional. Todavía duermen. Me acerco a la playa y estoy sólo.


Parece que está para 5.2 con alguna serie buena… un poquito anortado y racheado. 11 ºC. En fin, es invierno…


Llega Pablo Magaña y después lo harán, Luis, Jaime y los furgoneteros. Me echo al agua y después del segundo bordo, caigo en la ola y ya le tomo cariño. Para conocerlas mejor me paso un buen rato entre ellas, tragando espuma hasta que logro hacerme otra vez con el percal y vuelta para fuera. La ola no me quiere, se me queda atrás o se burla con un guiño descarado diciéndome: “no me vas a tocar, no si yo no quiero”. En un bordo hacia dentro, me la encuentro de cara y con suave desparpajo me abro un poco y piso fuerte la popa para imprimir a la tabla la potencia suficiente para un salto bien alto y controlado, que me deja flotando un par de segundos, suficientes para darme la primera alegría de la mañana, a falta de surfing!


Salgo a descansar. Son las 9.30. Somos ya 7 u 8 y sigue llegando gente. Un zumo y vuelvo al agua. Ahora sí, la ola ha cambiado. Es más larga, más rápida y más grande. Pillo un par que me permiten pegarle unos cuantos girazos, mirarlas con detalle, ver donde van a romper, volver a por ellas para pegarles un último cut back y terminarlas con la sensación de que ya con solo ésto, todo vale la pena…


“Con el ansia de no dejar la ola hasta que ella te deje a ti”, acaba uno un poquito lejos, digamos que en la zona crítica; dónde estás desventado y ya es cuestión de tomarlo con calma para no romper, y aprovechar la buena fortuna para que una racha te acerque y volver caminando poco a poco hasta la cala frente a los coches, de donde todos salimos. Y esto nos pasa unas cuantas veces en la mañana.


Hace frío. Son las 12 y vuelvo a salir, alentado por los buenos surfing de Jaime. Quiero despedirme con una buena ola. Y la pillo. Uno, dos, tres giros, la cabeza de Jaime y su material en el agua, lo esquivo, la espuma, le meto, se vuelve a formar la ola, un cut back, otro bottom y así hasta que dejo la ola y traslucho para tomar un bordo de ceñida. Pero siempre llega una puta ola cuando casi estás fuera, después de haber pasado lo peor. Te tira. Estás reventado, se aprovecha y te vapulea, recordándote que no eres nadie.


-“Jose, salte ya….” –me digo-


Ha sido extremo. Físicamente acabo destrozado. Es Calblanque.


 
Study of Landscape (Wassily Kandinsky, 1910)